Cincelado: El trabajo de cincelar comenzaba marcando el diseño con un trazador a manera de cincel, ayudándose con pequeños golpes de martillo. Posteriormente, con otro tipo de herramientas, el artesano golpeaba el metal siguiendo el diseño, cuidando que la profundidad del cincelado fuera homogénea. Con esta técnica podían realizarse diseños sencillos a base de líneas hundidas combinadas con puntos u otras formas obtenidas con punzones metálicos.

Dorado de metales o sobredorado: Una de las técnicas decorativas más utilizadas durante toda la época colonial, fue el dorado. Está técnica se empleó principalmente para dar a los objetos de plata la apariencia óptica del oro a un bajo costo. Para dorar se utilizaron principalmente dos técnicas: la del dorado con mercurio y la del dorado a fuego. También se utilizaron hojas de oro, como las empleadas en la escultura policromada, aplicándolas en la parte deseada y puliendo la superficie hasta lograr que la hoja metálica se adhiriera.

Filigrana: Técnica muy utilizada en la Nueva España no solamente para la joyería sino también para la decoración de piezas de platería. Se basó en el trabajo de goteado de oro sobre un hilo del mismo metal que seguía la forma del diseño. La filigrana tiene la cualidad de que con ella se elaboran objetos muy calados y su efecto es como de un textil o bordado metálico.

Forjado: Un método muy usado en la manufactura de piezas era el forjado a mano, que se empleaba al realizar obras planas más finas. Se preparaba una varilla de oro y plata, del largo y grosor apropiados, y se procedía a calentarla para poder martillarla sobre un molde con una forma requerida. Los sobrantes del metal que rebasaban la dimensión del molde, se eliminaban con lima.

Fundido: Es la técnica más usual para piezas pequeñas de carácter escultórico. La figura se moldea o modela en cera de cierta consistencia, la que inmersa en arcilla es sustituida por el metal fundido al verterse éste por una boquilla previamente dispuesta para ello.

Oro de colores: Técnica que combina en distintas áreas de la pieza, delgadas capas de oro aplicadas a fuego, con distintas aleaciones o calidades en sus quilates, a manera de que brille con diferentes tonos cromáticos, por lo que en la época colonial le llamaban "de colores".

Repujado: Consistía en colocar la pieza de metal previamente formada sobre una cama suave de madera, cera o brea y martillando desde dentro con punzones de puntas redondas. Una vez ejecutados los diseños básicos se rellenaba la pieza con cera o brea para sostenerla y añadir mayores detalles. El trabajo de repujado se hacía martillando desde el interior y exterior de la pieza para lograr diferentes volúmenes, luces, sombras y detalles que podemos observar en piezas ejecutadas con esta técnica.