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Sala de introducción
El Museo Franz Mayer exhibe en lo más representativo del
mobiliario europeo y novohispano desde el siglo XVI hasta mediados
del siglo XIX. Al igual que en las demás artes decorativas
del Virreinato, se presenta una mezcla de objetos, técnicas
y diseños procedentes de Asia, de Europa, del mundo musulmán
(debido a su larga estancia en la península Ibérica)
y, por supuesto, de las culturas prehispánicas.
Existen en la colección pocos muebles que datan del siglo
XVI. Ello se debe principalmente a que, en dicho siglo, en España
y por lo tanto en la Nueva España, las casas eran muy austeras.
Los escasos muebles que en ellas se encontraban tenían como
característica principal que fueran transportables o muy
prácticos, de ahí la aceptación del bargueño
y la aparición de las sillas de caderas que eran, en su mayoría,
plegables.
Debido a la tradición hispano-musulmana, los almohadones
cumplieron la función de sillas hasta entrado el siglo XVIII.
En estos almohadones se sentaban las visitas, se comía e
incluso las mujeres bordaban e hilaban cómodamente sobre
ellos. En los dos siglos anteriores, las sillas y sillones existentes
estaban destinadas al uso de los clérigos y de altos personajes;
estos se conocen con el nombre de fraileros.
A partir del siglo XVII , con el contacto permanente entre Asia
y México a través del Galeón del Pacífico,
los muebles ostentan influencias orientales, tanto en técnica
(taracea o incrustaciones en carey, madre perla o piedras preciosas),
como en motivos y colores chinescos. En este siglo también
llegaron los biombos muchos de los cuales fueron recubiertos con
laca o maque; técnica que tiene su origen en el mundo prehispánico.
Para el siglo XVIII las chinoiseries o chinerías se hacen
más populares, las representaciones de chinos con trenza
y parasol, puentes al estilo oriental y sauces llorones, son bastante
frecuentes como decoración de las artes aplicadas. A finales
del mismo siglo, el estilo abigarrado del barroco cede ante la pureza
de líneas y de las formas impuestas por la Academia de San
Carlos, ya impregnada por el estilo neoclásico. A esta academia
se integraron los ya casi extintos gremios novohispanos.
Para el siglo XIX y con un México ya independiente, las
artes aplicadas, y por ende el mobiliario, sufren una obvia transformación.
Por un lado, la Revolución Industrial afecta la producción
manual. Sin embargo, se da una revalorización del arte popular,
que sirvió de herramienta para producir un sentimiento patriótico
de la nueva nación. La artesanía era el reflejo de
la sociedad mexicana y, en muchos de estos enseres se encuentran
símbolos patrios: banderas, escudos nacionales o águilas;
o tipos populares, como el arriero, la china poblana o los indios.
Plano
del Museo
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