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Misión del Museo
Don Franz Mayer anheló que, con su fortuna y a través
de un fideicomiso, se creara un museo que no sólo albergaría
su colección sino que además cumpliera con los requisitos
de un museo vivo. Pretendía así hacer un centro generador
de cultura donde se llevaran a cabo conferencias, conciertos, cursos,
talleres y exposiciones temporales, permitiendo también el
préstamo de piezas a instituciones o museos similares. Todo
lo anterior con el fin de dar a conocer una parte tan olvidada de
la cultura como lo son las artes aplicadas.
El término de artes aplicadas es reciente y se refiere a
los objetos que unen lo bello con lo útil. La belleza puede
estar dada, entre muchos otros aspectos, por la destreza con que
se han manejado los materiales, la armonía que conjugan las
partes, la elegancia del conjunto o el mero exotismo de la pieza.
Pero siempre debe estar aunada a un fin utilitario, es decir, el
objeto debe cumplir una función específica.
Las artes aplicadas demuestran que ciertas obras, pueden narrar
la historia de un pueblo, describir sus gustos estéticos,
su forma de vida, sus excesos y carencias, sus influencias y aportaciones,
dando una visión muy completa de la sociedad de la cual formaron
parte.
Colección
permanente
Es conveniente advertir que las artes aplicadas se diferencian
de las artes populares principalmente porque estas últimas,
se encuentran al alcance adquisitivo de la mayoría de la
población tanto rural como urbana; en cambio, las artes aplicadas,
con frecuencia consisten en enseres de lujo, muchas veces hechos
con piedras y materiales preciosos. El término de artes menores
tampoco se ajusta al criterio de las artes aplicadas, ya que se
refiere a lo útil como una limitante y casi profanación
de lo bello. Esta concepción procede del siglo XIX y, afortunadamente,
empieza a caer en desuso ya que la gran valía de estos objetos
radica justamente en la unión de la belleza con el buen funcionamiento.
En su afán por dar vida a la institución, el patronato
decidió rescatar un edificio que se encontraba en ruinas.
Ningún lugar mejor para ello que el claustro del Hospital
de San Juan de Dios, mismo que podía semejar un palacio novo
hispano y servir con ello de recinto para la exhibición e
interpretación de las artes aplicadas.
El amplio equipo de museógrafos, curadores e investigadores
junto con los arquitectos que llevaron a cabo la remodelación
del ex-hospital, lograron que el discurso mismo del museo transmitiera
esta inquietud por la vida, al enfocar los objetos hacia su vinculación
con la sociedad mexicana.
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